31.3.07

EL CALIFORNIANO

Parecía cualquier cosa menos californiano. Alto y barbudo como un sanjosé, con un aspecto desgarbado y desaliñado un poco a lo Jason Lee en “Me llamo Earl”, salió al escenario cutre del sótano con su guitarrilla como de juguete ante un público entregado y se puso a cantar, o más bien a contar sus canciones.
Venía recomendado por los de Green Ufos. Habíamos escuchado en casa su último disco (Candy Ass) y nos había gustado: intimista, especial, con esa voz susurrante y esas letras poéticas pero con su toque rarito.
Bromeó con el público, creó su complicidad y contó sus historias tiernas y algo tronadas, pero nos decepcionó un poco porque esperábamos que el concierto en vivo fuese algo más que contar historias, que tuviese quizá algo más de espectáculo musical. No fue así, prefirió ir de cantautor de toda la vida. Es una opción.
Pero el disco sigue siendo bueno...


Mark Eitzel, Sala Monasterio, Barcelona, 30 de marzo de 2007.

28.3.07

MARES

Vivo bajo las olas donde se ocultan todos los monstruos, leviatanes terribles, peces feos y camuflados en la arena, serpientes marinas, medusas y tiburones.

Vivo bajo las olas que reflejan todas las luces de Algeciras a Estambul, bahías nocturnas de Whistler, sonrosados crepúsculos de Turner, sol levantino de Sorolla, temporales de Hokusai.

Vivo bajo las olas hasta donde llega el sol veraniego, aroma de sombrillas y de bronceador, pelotas hinchables, frescor de helado y rumor de chiringuito.

Vivo bajo las olas donde flotan todas las velas y todos los pecios, que azotan o acarician todas las costas, áridas o amables, rocosas o arenosas.

Vivo bajo las olas de todos los mares.


Mares, Trinidad Zurita, del 24 de marzo al 28 de abril en Hotel Molí de la Torre.

22.3.07

LAS TIENDAS DE COLOR CANELA

"Aquel día el cielo desnudaba su construcción interior, sus preparados anatómicos que ilustraban las espirales y los nódulos de luz, las incisiones cúbicas, añiladas, de la noche, el plasma del espacio, la redecilla de sueños nocturnos.
En noche semejante es imposible andar por la calle Podwala o por cualquier otra de las calles oscuras que constituyen el reverso, el forro de las cuatro líneas de la plaza Mayor sin recordar que a esta hora tardía aún permanecen abiertas algunas de aquellas tiendas curiosas y atrayentes, que solemos olvidar los días normales. Las llamo las tiendas de color canela por los tonos oscuros de sus fachadas.
Esos verdaderos comercios nobles, abiertos en la noche tardía, fueron siempre objeto de mis sueños ardientes.
Sus interiores mal iluminados, oscuros y solemnes, olían profundamente a pintura, laca, incienso, aromas de países lejanos y extrañas materias. Allí podías hallar fuegos de bengalas, cajitas encantadas, sellos de países desaparecidos, índigos, calafonía de Malabar, huevos de insectos exóticos, papagayos, tucanes, salamandras vivas y basiliscos, raíz de Mandrágora, mecanismos de Nuremberg, homúnculos en tiestos, microscopios, catalejos, y sobre todo libros curiosos y extravagantes, viejos folios repletos de extraños dibujos e historias asombrosas."


Las tiendas de color canela, Bruno Schulz, traducción de Juan Carlos Vidal.
Sonido antiguo. Abstracto en negro, Paul Klee.

18.3.07

PEQUEÑOS PUEBLOS

Está a punto de llegar la primavera. Esta es la mejor época para los pequeños mundos donde los pequeños pueblos viven y mueren, construyen sobre lo destruido y vuelven a renacer de las continuas catástrofes que los arrasan y destrozan sus efímeras vidas, siempre pendientes de un hilo.
Si nos acercamos al desagüe que se abre junto a la acera y que conduce directamente a la alcantarilla, reino subterráneo de la ciudad, podremos observar que hay un pequeño rebujo de cáñamo en el que se han ido adhiriendo restos de cristales rotos y tuercas oxidadas. En el centro de esa madeja se esconde como una pequeña nuez la ciudad dorada, hilos y motas de polvo de oro
consolidados y entretejidos en un minucioso encaje. Las paredes de sus minaretes y sus altas torres están trenzadas apretadamente, son como un cañamazo, como una cesta de oro que ocultase algo muy valioso tras su celosía. En la torre más alta del castillo más alto de la ciudad hay una ventana ojival. Detrás de esa ventana una mujer llora y teje, teje y llora. Su rostro es pálido, tiene la cabeza inclinada y de sus ojos mana un río de lágrimas que moja el bordado y sus manos atarea das. La mujer suspira, mira por la ventana (el cielo tormentoso, nublado y espeso como siempre), y sigue llorando. Podríamos preguntarnos por qué llora, por qué teje, por qué teje y llora al mismo tiempo, como si las dos acciones formasen parte de una misma tarea vital, de una misma empresa imprescindible. El cielo se oscurece repentinamente y se oye un retumbar cercano e intenso, y las paredes del palacio se abren y la ventana ojival revienta aplastada por una sucia marea que se abalanza contra el palacio con furia incontenible y lo inunda en sólo unos segundos, y el hombre del mono anaranjado sacude las últimas gotas de agua del cubo y prosigue su camino empujando el carrito.
En la horquilla entre aquellas dos ramas de plátano, sobre la grisácea corteza, se alzan los delicados domos transparentes de la ciudad de clorofila. Una nervadura como de hoja se extiende y recubre las estrechas y espigadas casas bajo su paraguas de verdes varillas. Los balcones y las ventanas tienen formas caprichosas, lobuladas, como de ramilletes abiertos. Por una de esas ventanas se asoma la cabecita lisa y redonda de un niño. La madre, asustada, coge al niño en volandas momentos antes de que éste, inconsciente, logre encaramarse al alféizar de la ventana y caer desde la altura. La mujer estrecha al pequeño nerviosamente y ríe. El susto ha pasado.Un vendaval entonces arranca los domos, se lleva las esbeltas torres de la casas, y un choque monstruoso destruye la ciudad en un segundo. El jardinero apaga la sierra mecánica, baja del árbol y pisa las ramas del árbol que acaba de podar.
Entre los ladrillos de una pared, en un solar abandonado, las formas de sus poblados los delatan. Unos construyen en forma de espiral, alimentándo
se de las ruinas del pasado, construyendo sobre lo destruido, haciendo sacrificios humanos a los dioses y enterrando a esos sacrificados que, convertidos en cimientos de la nueva ciudad que crece alimentándose de sí misma, forman el pasado. Otros construyen en línea recta, y abandonan lo viejo, que se derrumba, olvidan el pasado y corren como locos, ignorantes y decididos, hacia el futuro, dejando una estela de ruinas que pronto se integrarán con la tierra.Otros construyen en círculo. Son conservadores. Sus ciudades no crecen ni menguan, son siempre idénticas, circulares, perfectas. El centro siempre lo ocupa un misterioso lugar ceremonial donde se celebraban, hace mucho tiempo, rituales ya olvidados. Lo único que hace iguales todas las construcciones de los pequeños pueblos es su fugacidad: el coletazo descuidado de un perro, la patada de un niño, el mismo roce de las manos las pueden destruir en un momento y desbaratar sus materiales hasta reducirlas a polvo.

Jean Giraud "Moebius": Arzach.
Bruno Taut: ilustración de Alpine Architektur.
Miguel Navarro: Vestigio Industrial 2005.
Charles Simonds: Circles and Towers Growing nº 5, 1978.

14.3.07

EL VIAJE


La ciudad está llena de caminos.
Todos son buenos para escapar de ella.


No importa adónde vaya.
En cualquier lado
hay sendas que conducen a otra parte.

El lugar nunca importa.
Es otro sitio
-otro siempre- el objeto de mi viaje.

José María Fonollosa: "Rambla de Santa Mònica 4" de
Ciudad del hombre: Barcelona
Ivon Hitchens: For John Constable.

10.3.07

EL VIEJO PROFESOR

Se siente feliz cuando vienen a visitarle las alumnas. Le encanta esa combinación extraña de ingenuidad y desparpajo que muestran ahora las chicas. Antes no eran así. Además, cada vez son más jóvenes... ¿o será que él es cada vez más viejo? Quizá sea esa forma de vestir, con los ombligos al aire y las camisetitas ajustadas, como adolescentes, aunque ya no lo son. Le gusta que vengan a verle, verlas reír, hablarles y ver cómo le escuchan, con un aire medio reverencial, medio burlón.Le gusta dar clase. Siempre le ha gustado. Le gusta ver las miradas de los chicos y las chicas fijas en él, aunque sepa que en el fondo no se creen nada de lo que les cuenta, y tampoco les importa demasiado. Bueno, a algunos sí. Algunos son muy listos. Sobre todo algunas chicas. Van a verle a su despacho y le hablan con esa extraña mezcla de ingenuidad y desparpajo, y lo que dicen no son tonterías. Él las escucha. Se fija. Lo retiene todo. No hace daño a nadie. No hay nada malo en ello.
A él, hace ya mucho tiempo que no se le ocurre nada. Mucho, mucho tiempo ha pasado desde aquellos trabajos brillantes, aquellas investigaciones extraordinarias, aquellas obras tan creativas. Es imposible mantener ese ritmo toda una vida; se siente fatigado, exprimido, vacío.
Menos mal que están los chicos, las chicas... Ellos le estimulan con sus ideas tan creativas. Él les enseña, les ayuda, y a cambio ellos le explican sus proyectos y sus ideas, con esa mezcla tan extraordinaria de ingenuidad y desparpajo, deseando agradar. Y él les da un buen uso, un uso estupendo. Es tal y como siempre ha sido, un sistema que ha demostrado su eficiencia y funciona desde hace mucho tiempo. Y que además a todos conviene y no hace daño a nadie.
Esos chicos y chicas son muy creativos, rebosan de ideas que no saben cómo utilizar, que desperdiciarían en trabajos sin importancia o abandonarían al cabo de un tiempo, cansados de ellas, porque carecen de constancia. ¡Son tan jóvenes! Más adelante irán aprendiendo a ser pacientes. Tendrán muchas más ideas, que fructificarán a su debido tiempo. ¿Qué tiene de malo que él se aproveche de estos embriones de ideas, de esos esbozos espontáneos y fallidos que, a fin de cuentas, no conducen a nada, y que, a fin de cuentas, sólo su experto consejo y dirección ha hecho nacer en las tiernas mentes juveniles?
Nada, no tiene nada de malo.

Fotografía de Chema Madoz

7.3.07

ME GUSTA... NO ME GUSTA

ME GUSTA...
Las películas que no acaban como esperabas.
Que el reproductor de MP3 acierte casualmente con la banda sonora perfecta para un momento concreto, yendo por la calle.
Los buñuelos de Cuaresma.

Los muñecos de trapo y los peluches.
El primer sorbo de la cerveza helada.
Las tiendas donde te saludan con una sonrisa y un cordial "¡hola!" aunque hace meses que no las pisas.

Los periódicos del domingo todavía sin leer, encima de la mesa.

Hacer la maleta.

NO ME GUSTA...
Las películas que acaban exactamente como esperabas.

El sonsonete de los comentaristas del fútbol.
Los turrones de Navidad.

Las muñecas de porcelana.

Los bares donde la cerveza no está fría.
Las tiendas donde te dicen: "nadie se había quejado nunca, ¡es la primera vez que nos pasa!", o "pues esta temporada se lleva así", o "eso no se fabrica".

Los quioscos en los que, a las doce, sólo les queda un ejemplar de tu periódico roto y con las hojas arrugadas.
Deshacer la maleta.

3.3.07

COLE RISE

En las fotos de Cole Rise hay dos mundos simétricos: cielo y tierra. El mismo espejo invertido. La misma sustancia viva, la misma textura, la misma poesía turbia donde quedan suspendidos los seres, pájaros en vuelo, jóvenes en vuelo, vacas pastando...