27.7.06

SUMMERTIME


Summertime
and the living is easy
Fish are jumping
and the cotton is high
Oh! Your Daddy is rich
and your Ma is good looking
So hush, little baby,
don't you cry . . .

20.7.06

MIND THE GAP (PEQUEÑA CRÓNICA LONDINENSE)


Supongo que es inevitable que la primera sensación sea similar a la del muchacho recién llegado del pueblo en las antiguas novelas picarescas: la boca abierta por la sorpresa, el estupor ante la enorme concentración de personas y edificios, la velocidad de los vehículos, la agitación frenética de las múltiples industrias humanas, las prisas y las risas, los gritos y los estrépitos, la desenvoltura y el desdén de los que se encaminan veloces a realizar desconocidas gestiones, la infinita variedad de los rostros y los trajes, las razas y los adornos, las modas y los modos.
Aunque no procedas de una aldea perdida entre las montañas es inevitable que te sorprenda, porque desconoces los códigos, los comportamientos, los procedimientos, las claves. Eres como ese astronauta de la novela de Stanislaw Lem que regresa a la tierra después de un viaje de siglos en el que permaneció hibernado y encuentra que este planeta ya no es el suyo, que no entiende nada ni a nadie, ni los letreros, ni a las personas y sus frenéticas idas y venidas, ni los vehículos, ni los modos ni las modas...
Así que, forastero, ten mucho, mucho cuidado, mira bien dónde pones los pies, mira a tu derecha antes de cruzar la calle (¡a la derecha, no a la izquierda!) y vigila bien dónde te metes.



British Museum


Qué sensación más extraña leer en la novela Saturday, de Ian McEwan, que el protagonista habla de aparcar su coche en los mews y pasar precisamente por los mews de Belgravia, las antiguas caballerizas que ahora son cotizados pasajes privados. Ese es el Londres señorial y anticuado, con sus placitas ordenadas y sus casas blancas todas iguales, donde de repente se para todo el tráfico y pasa una carroza con sus lacayos de librea y sus caballos y gualdrapas...

Mucho más extraño: leer en la misma novela que el protagonista tiene un cuadro de Hodgkin en una pared... y visitar la exposición antológica de Howard Hodgkin en la Tate Britain. La exposición era magnífica, un excelente recorrido cronológico por la obra de este gran pintor. Muy cuidada, reunía obras de lugares muy distantes que permitían seguir su evolución, y muchas además, teniendo en cuenta la escasa producción de Hodgkin y el enorme tiempo que tarda en pintar cada cuadro. Salas amplias, muy bien ambientadas.

Los días: cuidado, cuidado, no metas el pie en el hueco entre el tren y el andén, no te equivoques de línea, que no te arrollen los londinenses que salen apresurados a comerse su lunch, un bocadillo o una ensalada en una fiambrera de plástico, buscando el sol inconstante de Regent's Park o de Hyde Park o de St. James's Park...
Las noches: negra y musical en el Jazz Café, tranquila y con el amargo y espeso sabor de la Guinness en el Hedgehog and Pheasant de Pimlico, agitada tras los exquisitos dry martinis del Bertorelli en el Soho, la luna llena sobre el Big Ben, el autobús 24 que pasaba junto a Trafalgar Square, donde se desgañitaban los tifosi...



Tate Modern: me gustó ver dos salas enteras dedicadas a obras de Joseph Beuys, con varias instalaciones, las esculturas de "Hostages" de Fautrier (sólo conocía los cuadros), la sala con obras de Broodthaers, Bruce Nauman y otros artistas conceptuales, los cajones de Donald Judd, Louise Bourgeois, Bacon... La colección es estupenda, sí, pero me decepcionó el edificio, tan alabado, rehabilitado por Herzog y Meuron. Sí, la famosa "sala de la turbina" era enorme, pero allí no había ninguna turbina, sólo un espacio inmenso y vacío, sin nada que recordase el pasado eléctrico de aquel edificio. ¿Por qué había imaginado yo que encontraría otra cosa, una enorme, gigantesca turbina roja...? Lo comprendí al ver las postales que vendían en la tienda: lo que yo había asimilado inconscientemente con la turbina era en realidad la obra "Marsias" de Anish Kapoor, muy fotografiada en su momento y analizada exhaustivamente por Amador Vega en aquel curso del CCCB sobre mística y arte al que asistí. Además las orillas del Támesis
junto a la Tate Modern eran fangosas y feas, llovía y los ladrillos que forman los muros de la antigua central eléctrica eran marrones y feos, y todo tenía un aire tristón y mustio, a pesar de su aparatosidad.
Un buen consuelo fueron los riquísimos bocadillos de pan doorstep con salmón ahumado que nos comimos en un pub de camino hacia la Modern.



Desde la ventana del hotel









Hay que tener cuidado con la memoria engañosa, con los huecos que nos quedan, y que rellenamos inconscientemente con otras cosas. Con nuestras lecturas desde Dickens a Julian Barnes pasando por Forster y Virginia Woolf. Cuidado con Samuel Pepys y con Sherlock Holmes, con los cuadros de Turner y de Hockney, con las películas, con Hitchcock y la Ealing, con Blow up y Match Point. Cuidado con esas imágenes que nos llevan siempre a los lugares de la memoria de otros, a lugares imaginados, soñados o temidos, a lugares que no existen.

2.7.06

GANSOS EN HYDE PARK

Hoy "El Ganso Goloso" cumple un año. El formato "bitácora" ha satisfecho perfectamente mis expectativas: un medio de expresión sencillo, ágil, sin pretensiones, muy adecuado para el pequeño apunte personal, la foto de recuerdo, el comentario de la película o el libro, el poema, la canción... Para mí la bitácora carece de la trascendencia memorialística o el interés periodístico que tiene para otros. Bueno. Cada uno es muy dueño. A mí me gusta tal y como es, y creo que el ganso tiene cuerda para rato...

(En la foto: gansos en Hyde Park, Londres. Y no es broma: el ganso vuela a Londres unos días, pero volverá a mediados de julio).