7.11.07

EL HILO DE LA VIDA

Hacen falta tan pocas cosas para existir. La gente cree que se necesitan unos requisitos especiales. Que hay que seguir unas normas muy complejas. Pero no es cierto. Basta con estar ahí. No hace falta inscribirse, ni matricularse, ni pasar las pruebas, o los exámenes, ni hacer test, ni llevar documentación, ni tener experiencia, ni presentar un currículum.Por más expuesta que se halle a las circunstancias externas, las propia existencia es un suceso íntimo, privado, individual, tan menguado y frágil que depende sólo de una leve inercia para continuar, como un hielo quebradizo.Todo lo que nos pasa, pasa por encima de nosotros, a nuestro alrededor, sin rozar el fino alambre que nos liga al ser, pues cualquier sacudida violenta podría segarlo. Hay gente que muere inexplicablemente: la onda expansiva ha roto el filamento.¿Cómo, siendo éste tan frágil, se halla al mismo tiempo tan resguardado de lo que pasa velozmente a su lado? Es un misterio. Quizá enlazado con nuestro origen animal: quizá sea más primario aún y esté relacionado, en general, con la vida, del tipo que sea. Al fin y al cabo la vida no es sino una infección, un virus, un improbable accidente. Su propio origen es azaroso, frágil. ¿Es esta fragilidad la solidez del universo, la materia que lo sustenta? Es decir: ¿se organiza todo en torno al fugaz acaso? Sé que es mucho preguntar; es la pregunta última, La Pregunta, ésa que no tiene respuesta y que, en realidad, uno no se hace para obtener una respuesta. Es un puro sorprenderse, una pura constatación de la obviedad en la que estamos tan sumergidos que nos cuesta discernir. La existencia sin adornos, simple y frágil como ese alambre que opera como cerca y a la vez como conductor eléctrico, debería apabullarnos pero ni siquiera la percibimos la mayoría de las veces: hay que tomar una cierta distancia...

"Atlas", Jana Sterbak, 2002.

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