10.3.07

EL VIEJO PROFESOR

Se siente feliz cuando vienen a visitarle las alumnas. Le encanta esa combinación extraña de ingenuidad y desparpajo que muestran ahora las chicas. Antes no eran así. Además, cada vez son más jóvenes... ¿o será que él es cada vez más viejo? Quizá sea esa forma de vestir, con los ombligos al aire y las camisetitas ajustadas, como adolescentes, aunque ya no lo son. Le gusta que vengan a verle, verlas reír, hablarles y ver cómo le escuchan, con un aire medio reverencial, medio burlón.Le gusta dar clase. Siempre le ha gustado. Le gusta ver las miradas de los chicos y las chicas fijas en él, aunque sepa que en el fondo no se creen nada de lo que les cuenta, y tampoco les importa demasiado. Bueno, a algunos sí. Algunos son muy listos. Sobre todo algunas chicas. Van a verle a su despacho y le hablan con esa extraña mezcla de ingenuidad y desparpajo, y lo que dicen no son tonterías. Él las escucha. Se fija. Lo retiene todo. No hace daño a nadie. No hay nada malo en ello.
A él, hace ya mucho tiempo que no se le ocurre nada. Mucho, mucho tiempo ha pasado desde aquellos trabajos brillantes, aquellas investigaciones extraordinarias, aquellas obras tan creativas. Es imposible mantener ese ritmo toda una vida; se siente fatigado, exprimido, vacío.
Menos mal que están los chicos, las chicas... Ellos le estimulan con sus ideas tan creativas. Él les enseña, les ayuda, y a cambio ellos le explican sus proyectos y sus ideas, con esa mezcla tan extraordinaria de ingenuidad y desparpajo, deseando agradar. Y él les da un buen uso, un uso estupendo. Es tal y como siempre ha sido, un sistema que ha demostrado su eficiencia y funciona desde hace mucho tiempo. Y que además a todos conviene y no hace daño a nadie.
Esos chicos y chicas son muy creativos, rebosan de ideas que no saben cómo utilizar, que desperdiciarían en trabajos sin importancia o abandonarían al cabo de un tiempo, cansados de ellas, porque carecen de constancia. ¡Son tan jóvenes! Más adelante irán aprendiendo a ser pacientes. Tendrán muchas más ideas, que fructificarán a su debido tiempo. ¿Qué tiene de malo que él se aproveche de estos embriones de ideas, de esos esbozos espontáneos y fallidos que, a fin de cuentas, no conducen a nada, y que, a fin de cuentas, sólo su experto consejo y dirección ha hecho nacer en las tiernas mentes juveniles?
Nada, no tiene nada de malo.

Fotografía de Chema Madoz

2 comentarios:

Cronopio dijo...

Querido Ganso: A pesar de la distancia que otorga la tercera persona, o puede que gracias a ella, la "ternura" de tu historia adquiere todo su equilibrio e interés. Bonita manera de reflejar ese siempre difícil equilibrio entre la decadencia de la vejez y la fuerza del instinto. Todo ello "rubricado" de forma inmejorable por ese suave aunque revelador final. Como una pequeña llave que cierra una gran puerta.
La Morsa te da las Gracias.
P.D. Por cierto, estupena fotografía de Chema Madoz

Anónimo dijo...

Gracias a ti por leerme siempre con tanto cariño.
¡¡Muchos besos!!