17.12.12

BLACK GHOST

Al ver aquello me puse furiosa, sí, lo confieso, me puse fuera de mí. Le había repetido mil veces al idiota de Beep, el portero del local, que cuando andaba mi hermanita Leona por el bar vigilase para que nadie dejara cosas comprometedoras a la vista, ni mi novio Carl, ni sus amigos, ni Terry, ni las camareras, nadie, y allí tenía una mesita de centro de cristal ahumado toda empolvada, con una montañita blanca, incluso unas rayas bien preparaditas. Algo que Leona, que no es tonta, entendería a la primera si lo veía. Leona estaba a punto de llegar, así que lo recogí y limpié bien la mesa, metí todo aquello en un sobre de papel que guardé en mi escritorio bajo llave y luego fui a buscar al idiota de Beep y le eché la bronca.
—Te lo juro: como vuelva a pasar algo así estando aquí mi hermana pequeña, te mato. Te mato.
Nunca le había dicho aquello a nadie, pero estaba absolutamente convencida de que lo haría. Sin dudar. Salí al callejón por la puerta de atrás del local para serenarme un poco. Estaba negra. Bueno, quiero decir que estaba muy enfadada, porque negra lo estoy siempre, ja, ja. Y allí estaba Terry fumando tranquilamente. Pensé que era buena ocasión para desahogarme. Terry está un poco loco pero sabe escuchar. Y te puedes creer lo que ha hecho el idiota de Beep, bla, bla bla... Mira que se lo había advertido cien veces...
Y Terry que dice: sí, Shayana, creo que con gentuza como el negro gordo ese no tienes otra alternativa que ésta, y saca una pistola pequeña y oscura que llevaba en el bolsillo de la chupa. Extiende la mano hacia un blanco invisible y hace un movimiento y dice en voz baja: pum, así, así acababa yo con él, con la gentuza como él. Un tiro en el hígado, que no se mueren en seguida y rabian durante unas cuantas horas.
Y a continuación se vuelve, todavía con la pistola en la mano, y veo que quita el seguro y me apunta a mí. Yo pienso: qué raro... Pero no me da tiempo, en realidad sólo pienso “qué ra...” porque antes de acabar noto un picotazo fuerte en la frente, como el de una avispa pero más fuerte, y quiero gritar pero no puedo, ya no tengo voz, y quiero llevarme la mano a la frente y no puedo tampoco, porque todo se vuelve muy raro, muy raro.

(Continuará)

Foto de Matt Weber

12.12.12

GOLOSINAS

 
...los caramelos de Papabubble, las onzas de chocolate negro, el nombre del amigo en la pantallita del teléfono, el nombre de la amiga en el comentario de Facebook, el momento justo antes de levantarse el telón, los mejillones de bouchot, el gato que duerme enroscado, los libros nuevos y los libros viejos, la mañana lluviosa de sábado en la cama, el gin-tonic de jengibre y el de pepino y el de pomelo y el de uva, los pastelitos de Bubó, los zapatos nuevos y su exquisito daño, las primeras notas de la canción adivinada, las turquesas y la plata, los picnics en la playa, la carta de vinos, el poema de Cernuda, el sol de medianoche, el bosque de hayas, los palacios nazaríes, los cannoli, las risas tontas, el abrazo, el mar...