9.11.06

CIUDAD OCULTA


Bajo las sábanas hay un hueco caliente, una cueva cálida llena del vaho de la propia respiración y de recodos enormes y desconocidos del propio cuerpo. En esta cueva blanca vive una manada de animalillos inquietos. La mano izquierda no puede soportar ese aire caliente y viciado, quiere respirar aire puro y sale poco a poco hasta el embozo, donde se posa con alivio. Su hermana quasi-gemela y simétrica, la mano derecha, prefiere el frescor sombreado y recogido de bajo la almohada, y allí se encierra como si se prensara entre las hojas de un libro. La pierna derecha y la pierna izquierda se reparten las esquinas de abajo, las más oscuras y recónditas de la cueva, buscando un equilibrio de rodillas y tobillos, puntas y talones.
Cuando el cuerpo moviliza todas sus esquinas y sus palancas, sus poleas y sus engranajes y consigue darse la vuelta, hay un mundo nuevo esperándole, una arquitectura completamente distinta que soporta, con bóvedas y columnas, un nuevo espacio, una nueva luz, una nueva disposición del pelo sobre la almohada, de la nuca en el hueco, y lo que antes era pasillo ahora es atrio, lo que antes era cubículo ahora es atalaya, y no bien la arquitectura ha sido medida y palpada por los sentidos medio embotados de ese sueño matinal, ya el cuerpo pide la destrucción de esa ciudad para crear otra, su Pompeya para un Nueva York inminente, su Atlántida para un Río favelado e interminable o un cartesiano y boulevardado París.



Fotos:
Sonja, Pierre Radisic, 1987
Peek a Boo fingers, Ernestine Ruben, 1987

De El cuerpo. Fotografías de la configuración humana, William A. Ewing.

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