BLACK GHOST (2)
Todo
se ha vuelto muy raro. Sé perfectamente que estoy muerta, pero no me
había imaginado nunca que sería así. Pensaba que sería algo
estilo Ghost: mi imagen se separa de mi cuerpo real, que queda caído
en el suelo, y yo tengo una especie de cuerpo transparente con el que
voy y vengo por ahí y entro en el metro sin pagar. Y cuando me
acerco a un ser querido echa el aliento como si fuera humo y nota un
escalofrío, pero al final nos tocamos las auras o lo que coño sea y
salen chispas y luces brillantes y tenemos una especie de orgasmo
cósmico, y luego yo me voy hacia la luz. Pues no señor, no es nada
de eso. Estoy muerta y ya está. No tengo cuerpo y no puedo hacer
absolutamente nada más que mirar y escuchar, y nadie nota mi
presencia porque en realidad no estoy, aunque, curiosamente, veo y
oigo.
Quizá
si me hubiese preparado para esta muerte, si la hubiese esperado de
alguna manera, habría podido irme tranquilamente, como quien se va a
dormir, convencida de que la cosa ya se ha acabado. Pero ha sido tan
repentino, tan inesperado... Quizá si hubiese habido un entierro, un
funeral, una cremación, una desaparición definitiva de ese cuerpo
que me albergó durante veintiocho años y con el que comía, vivía
y respiraba, o sea, que era yo, en definitiva, también ese habría
sido un momento ideal para decir: bueno, pues parece que eso es todo,
amigos, adiós. Pero claro, así no hay quien descanse. Todavía
queda algo, una insistencia que se aferra tozudamente a los lugares
que frecuentaba cuando estaba viva y a las personas que me conocían
y a quienes conocía. O mejor dicho: a quienes creía conocer.
Hay
cosas que, para qué negarlo, si estuviera viva me habrían molestado
bastante, pero ahora que estoy muerta pues la verdad es que no me
afectan tanto. Por ejemplo, ver cómo Terry se llevaba mi cadáver
del callejón metido en un saco de plástico en el maletero de su
coche, y cómo me tiraba al río en un sitio muy hondo con un trozo
de viga de hierro atada a los tobillos, en un sitio donde es muy poco
probable que me encuentren, por no decir imposible. Si hubiera estado
viva me habría molestado el frío del agua, la oscuridad, la
humedad, estar allá abajo tan sola, pero ya no puedo notar nada de
eso, así que lo veo y me da igual. Y hay que reconocer una cosa:
Terry está un poco loco, pero es admirable la forma tan profesional
que tiene de resolver las cosas.
(Continuará)
Foto de Rick Bucich
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