2.1.13

BLACK GHOST (2)

Todo se ha vuelto muy raro. Sé perfectamente que estoy muerta, pero no me había imaginado nunca que sería así. Pensaba que sería algo estilo Ghost: mi imagen se separa de mi cuerpo real, que queda caído en el suelo, y yo tengo una especie de cuerpo transparente con el que voy y vengo por ahí y entro en el metro sin pagar. Y cuando me acerco a un ser querido echa el aliento como si fuera humo y nota un escalofrío, pero al final nos tocamos las auras o lo que coño sea y salen chispas y luces brillantes y tenemos una especie de orgasmo cósmico, y luego yo me voy hacia la luz. Pues no señor, no es nada de eso. Estoy muerta y ya está. No tengo cuerpo y no puedo hacer absolutamente nada más que mirar y escuchar, y nadie nota mi presencia porque en realidad no estoy, aunque, curiosamente, veo y oigo.
Quizá si me hubiese preparado para esta muerte, si la hubiese esperado de alguna manera, habría podido irme tranquilamente, como quien se va a dormir, convencida de que la cosa ya se ha acabado. Pero ha sido tan repentino, tan inesperado... Quizá si hubiese habido un entierro, un funeral, una cremación, una desaparición definitiva de ese cuerpo que me albergó durante veintiocho años y con el que comía, vivía y respiraba, o sea, que era yo, en definitiva, también ese habría sido un momento ideal para decir: bueno, pues parece que eso es todo, amigos, adiós. Pero claro, así no hay quien descanse. Todavía queda algo, una insistencia que se aferra tozudamente a los lugares que frecuentaba cuando estaba viva y a las personas que me conocían y a quienes conocía. O mejor dicho: a quienes creía conocer.
Hay cosas que, para qué negarlo, si estuviera viva me habrían molestado bastante, pero ahora que estoy muerta pues la verdad es que no me afectan tanto. Por ejemplo, ver cómo Terry se llevaba mi cadáver del callejón metido en un saco de plástico en el maletero de su coche, y cómo me tiraba al río en un sitio muy hondo con un trozo de viga de hierro atada a los tobillos, en un sitio donde es muy poco probable que me encuentren, por no decir imposible. Si hubiera estado viva me habría molestado el frío del agua, la oscuridad, la humedad, estar allá abajo tan sola, pero ya no puedo notar nada de eso, así que lo veo y me da igual. Y hay que reconocer una cosa: Terry está un poco loco, pero es admirable la forma tan profesional que tiene de resolver las cosas. 

(Continuará)
Foto de Rick Bucich 

No hay comentarios: