15.5.06

LOS AFORISMOS BUENOS

Hace unos años conocí y traté brevemente a una mujer que quería ser escritora. La verdad es que no escribía mal, sabía expresarse, aunque sus escritos carecían por completo de interés. Pero lo peor es que tenía la rara habilidad de pensar exactamente lo contrario de lo que yo pensaba en todo, y de expresar sus ideas con tal prepotencia y desdén que me producía unas irrefrenables ganas de estrangularla. Recuerdo que le comenté que me había gustado un libro de aforismos que acababa de leer y ella me soltó: "ah, sí, claro, aforismos... Bueno, si nos ponemos, todos podríamos escribir unos cuantos, ¿verdad?"
Claro, desde luego, todos podríamos escribir unos cuantos poemas. Y unas cuantas narraciones. Y unos cuantos aforismos también, sobre todo eso, ¡son tan cortitos, es tan fácil! Malos, eso sí, rematadamente malos...
Como dice Jorge Wagensberg, "el dudoso prestigio de los aforismos procede de la facilidad con la que se logra un aforismo malo".
Pero los suyos son buenos:
"No sé qué es la felicidad, pero sí la infelicidad: una insatisfacción creativa".
"La diferencia entre un depredador y una presa es que el primero se puede permitir un fallo".
"Educar no es llenar sino encender".
"Los árboles no dejan ver el bosque, de acuerdo, pero talarlos no resuelve el problema".
"Unos creen en la disyuntiva Ciencia o Cultura, y otros en la disyuntiva Ciencia o Humanidades, por lo que un científico, en general, no sabe bien qué preferir, si no ser culto o si no ser humano".
"Si toda comparación es odiosa, entonces habría que ir odiando también la inteligibilidad, el conocimiento, el lenguaje, la justicia, la medida, el cambio, la convivencia, la clasificación, la belleza..."

A más cómo, menos por qué. 747 reflexiones con la intención de comprender lo fundamental, lo natural y lo cultural, Jorge Wagensberg, Tusquets, 2006.

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