14.3.08

HOGUERAS





















Entonces, entre los ruidos perturbadores de la noche, lo que oí
ciñó mi piel con una oscuridad antigua.
Yo me encontraba en un poblado cuyas hogueras parpadeaban en mi cabeza

con lenguas de un habla que ya no comprendía,
pero donde mi carne no tenía que ser traducida;
entonces volvía a oír el dialecto y mis oídos se destapaban.


La bahía estaba oscura a la luz de las estrellas. El hedor de la playa
bordeado por un ruido blanco. La luz del faro
giraba por encima de los árboles y saltaba lo que no podía alcanzar.

Las frondas azotaban los bungalows iluminados,
y una ola enorme se curvó con un sonido como la tela desgarrada
rasgada por la costura, un sonido que hacía mamá al coser


cuando, enfadada, deshacía las puntadas con la boca.
Al cerrar la puerta oí el ruido del oleaje retrocediendo
lejos hacia el mar, desde todas las ventanas, una por una.


Y sin embargo en las habitaciones había un movimiento neblinoso
encima de la sábana tensa todavía fragante de la plancha
y vi, ampliada por la lámpara, una mariposilla temblorosa.


Derek Walcott, Omeros (fragmento). La traducción es mía.
Clyfford Still, Sin título, 1964.

2 comentarios:

elita dijo...

No conozco el texto, de hecho la poesía no es mi fuerte, nunca he sabido conectar con ella, pero traducirla me parece digno de admiración. ¿Has traducido tú el libro?

Anónimo dijo...

¡No, no, qué va! Sólo he traducido este fragmento para ponerlo en el blog, como un juego. Sé que hay mucha gente que siente prevención hacia la poesía, pero no sé por qué. Como en la prosa, en la poesía hay de todo: poesía metafísica y poesía descriptiva, lírica y filosófica, narrativa y simbólica, aburrida, mala, cursi y ñoña, interesante, sugestiva, buena, buenísima... ¡de todo! Con tanto donde elegir, seguro que todo el mundo puede encontrar algo. Ya sabes, la literatura es como un gran bazar...
Besos,
Ana