20.12.07

ALGUNAS PELÍCULAS

Algunos personajes se nos quedan pegados a las retinas después de haber visto una película. Algunas películas se nos quedan adheridas a la piel y nos dejan un poco sonámbulos a ratos, no con la misma intensidad que cuando éramos niños y “vivíamos” en el interior de las películas durante días, ya no, eso ya no podrá ser nunca más, pero al menos, a ratos, una leve ensoñación se apodera de nosotros al recordar una escena y nos quedamos suspendidos en un espacio que no es ni fantasía ni realidad, y se nos escapa un suspiro...

Eso me ha sucedido con “Promesas del este”, de David Cronenberg, una película dura y extraña que habla de violencia (y yo odio la violencia) y de la mafia rusa (y yo detesto las mafias y todos los temas relacionados con ellas), que transcurre en Londres (una ciudad que no despierta precisamente mis simpatías) pero ah, eso sí, con unos actores tan buenos, unos personajes tan de verdad, una historia contada de una manera tan magistral, muy fría, pero también muy lúcida... Como en “Una historia de violencia”, Cronenberg disecciona la violencia, llega hasta su corazón, nos la muestra con precisión hiperrealista, y sin embargo, al mismo tiempo, cuando el dolor parece tan inevitable y tan insoportable como siempre, deja un pequeño resquicio para la redención y para la esperanza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La duda es si Cronemberg se ha dado cuenta que, para seguir mostrando su cine, y que éste llegue a más gente, era necesario abrir ese resquicio, colocar ese final edificante a la historia.
Lo hizo en "Una historia de violencia" y le salió bien. Ahora vuelve a hacer lo mismo. Y gente como tú o yo, a los que no nos atrae la violencia, que detestamos las mafias, a los que Londres no nos acaba de resultar atractivo, vemos y gustamos de su film, pensando que ha descrito todo ello para decir que ha sido superable.
Pero sigue en sus trece.

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario, Popaul.
No sé si esta forma de abordar la violencia por parte de Cronenberg ha sido una necesidad suya íntima o un esfuerzo deliberado, pero la verdad es que me parece bien. Estoy un poco harta de esas películas en las que supuestamente se “analiza” la violencia para hurgar en sus causas, cuando en realidad lo único que se hace es mostrarla con la mayor crudeza posible, regodeándose en ella para el morbo de los consumidores. Y la lección moral de que el “bueno” tiene que ganar a los “malos” a base de violencia, que nos intentan endilgar por todas partes y a todas horas, me parece repugnante. Prefiero pues estas historias extrañas, sin ninguna relación con el típico y simplista “happy end”, y estos personajes atormentados y poco edificantes, esa atmósfera desasosegante, inquietante, que es la marca de la casa de Cronenberg, y las lecciones morales que cada uno se las busque como pueda...