21.10.07

SABOREAR EL TIEMPO

Vivimos rodeados de todo, de todo, de todo, en ingentes cantidades. Sólo una cosa nos falta: el tiempo. Tiempo para disfrutar el silencio o la música, para la contemplación, para la reflexión.Volviendo a ver Barry Lyndon, de Stanley Kubrick, he tenido la sensación que tanto echaba de menos de saborear el tiempo plenamente. Cada escena, cada paisaje, cada interior a la luz de las velas es un cuadro de Gainsborough o de Constable, de Reynolds, Hogarth o Watteau... La Sarabande de Haëndel y el Trío para piano de Schubert suspenden cada momento y lo eternizan, como en la inacabable y maravillosa escena del duelo final. De esta película se desprende un sentimiento tangible de melancolía por el paso del tiempo, por la juventud perdida, por las esperanzas frustradas, que la música se encarga de traernos de nuevo a la memoria una y otra vez.

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