24.8.07

DELICIAS TURCAS


Es curioso. Estoy acabando de leer Estambul, de Orhan Pamuk y encuentro por casualidad en la web la obra de una joven pintora turca, Gülten Imamoglu, que me parece muy interesante. Sus obras, de un colorido brillante, se inspiran en los fractales y en elementos de la naturaleza. Vale la pena visitar la galería de sus obras, donde se puede ver la evolución de su trabajo desde el año 2000 y disfrutar de las imágenes.

Pamuk retrata Estambul usando descripciones como la del hombre que vendía postales “desde hacía cuarenta años en la misma esquina”. No es que sea ilegítimo utilizar a un ser humano de la misma forma que una fuente o un edificio porque es verdad, el vendedor de postales forma parte de la ciudad y su utilización literaria no le envilece ni le sustrae nada. Pero también es verdad que para la vida de ese hombre la descripción melancólica de la ciudad usando el pintoresquismo de algunos de sus habitantes no significa nada, ni le aporta nada, y que sólo vende postales para ganarse la vida, y seguramente su vida se compone de una serie de gestos repetidos y vulgares en los que su ciudad no es más que un telón de fondo como otro cualquiera ni melancólico ni amargo ni especialmente significativo.
¿Quiere decir eso que la percepción que tenemos de la ciudad es falsa, que la capacidad evocativa de las palabras se basa en hechos falsos? No. Como bien dice el propio Pamuk, más que la serie de acontecimientos o huellas materiales que normalmente se acumulan al azar, lo que define de verdad a una ciudad es el recuerdo que tenemos de ella, lo que nos ha ocurrido en sus calles, lo que nos evoca, y que nunca puede desaparecer aunque desparezcan los propios edificios o las propias calles. Así, Pamuk recordará al hombre que vendía postales mucho después de que éste haya muerto y nos lo traerá al recuerdo como rasgo evocador, para que nosotros lo vivamos también.

Escribir es siempre, por tanto, y en cierto modo, decir: me acuerdo...

20.8.07

PURO TEATRO

“Amor, tan sólo amor, y ya más nada.
Pues de amor toca el arco
a ciervo y cierva de un flechazo
con punta que atosiga,
y aunque no causa herida,
aguza más la llaga.


Lloran los amantes: “Mirad, se mueren”.
Mas la herida que matar debía,
torna la muerte en risa,
y el moribundo amor revive;
muriendo un rato, luego ríe,
con gemidos que son gritos alegres.”


Acto III, escena 1ª, Troilo y Crésida, William Shakespeare, traducción de Luis Cernuda.


Para más información sobre la edición del Teatro completo de William Shakespeare, ilustrado por Jaume Plensa, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores (2007), ver la reseña de Luisa Miñana en su blog Pandeoro.

16.8.07

SEAN SCULLY

Hace unos años que la pintura de Sean Scully ha evolucionado desde su aire casi festivo hasta unos colores mucho más turbios y oscuros y una pincelada mucho más carnal. Las típicas rayas se han ido convirtiendo en rectángulos de contornos vagos. La importancia de la composición geométrica es la misma, pero ésta ya no parece un juego sino una pulsión, conservando siempre, desde luego, su tremenda expresividad emotiva.
Sus lienzos han adquirido más capas, y no sólo en un sentido metafórico, sino literal: debajo de los colores oscuros se esconden otros vibrantes, luminosos. Parece que por los resquicios de los rectángulos de color se filtrara una luz que ilumina los lienzos desde detrás. Una iluminación “impactada”, una “crispación interna” que, según afirma Donald Kuspit en un texto muy interesante incluido en el catálogo de la exposición, son las que salvan a la pintura de Scully de un minimalismo excesivamente ingenuo o simplista.
Las obras de Scully reflejan un “detalle íntimo” y lo hacen sin embargo a escala colosal, en lienzos enormes que parecen haber amplificado el detalle hasta el infinito (ver en este sentido la entrevista con Eric Davis para el Journal of Contemporary Art donde Scully habla de este tema y otros muchos, muy interesantes). Sería productivo también, quizá, establecer una comparación con Hodgkin, un pintor también formado en Inglaterra, que sobrevivió y trascendió al pop y al expresionismo abstracto y que también da gran valor a la pincelada, pero en cuya obra se observa precisamente todo lo contrario: en el caso de Hodgkin, un paisaje entero lleno de gestos amplios se condensa en un lienzo diminuto como una ventanita; su visión no “aleja”, sin embargo, sino que acrecienta la intensidad dramática.


Sean Scully. Fundació Joan Miró, Barcelona, del 29 de junio al 30 de septiembre de 2007.
Obra: Barcelona Blue, 2004. (En Kerlin Gallery)

12.8.07

COSAS DE GATOS

Gato dormilón no pilla ratón.

Los rincones para los gatos, y las esquinas para los guapos.

La presa que robó el gato no vuelve jamás al plato.

Ni gato en palomar, ni cabra en olivar.

El amor de los gatos, a voces y por los tejados.

El oficio del gato: matar el rato.

8.8.07

BABEL

Para traducir antes de que acabe el año...

1.8.07

INGMAR

IN MEMORIAM

Fotograma de Fanny y Alexander, Ingmar Bergman, 1982.