BLACK GHOST
Al
ver aquello me puse furiosa, sí, lo confieso, me puse fuera de mí.
Le había repetido mil veces al idiota de Beep, el portero del local,
que cuando andaba mi hermanita Leona por el bar vigilase para que
nadie dejara cosas comprometedoras a la vista, ni mi novio Carl, ni
sus amigos, ni Terry, ni las camareras, nadie, y allí tenía una
mesita de centro de cristal ahumado toda empolvada, con una montañita
blanca, incluso unas rayas bien preparaditas. Algo que Leona, que no
es tonta, entendería a la primera si lo veía. Leona estaba a punto de llegar, así que lo recogí y
limpié bien la mesa, metí todo aquello en un sobre de papel que
guardé en mi escritorio bajo llave y luego fui a buscar al idiota de
Beep y le eché la bronca.
—Te
lo juro: como vuelva a pasar algo así estando aquí mi hermana
pequeña, te mato. Te mato.
Nunca
le había dicho aquello a nadie, pero estaba absolutamente convencida
de que lo haría. Sin dudar. Salí al callejón por la puerta de
atrás del local para serenarme un poco. Estaba negra. Bueno, quiero
decir que estaba muy enfadada, porque negra lo estoy siempre, ja, ja.
Y allí estaba Terry fumando tranquilamente. Pensé que era buena
ocasión para desahogarme. Terry está un poco loco pero sabe
escuchar. Y te puedes creer lo que ha hecho el idiota de Beep, bla,
bla bla... Mira que se lo había advertido cien veces...
Y
Terry que dice: sí, Shayana, creo que con gentuza como el negro
gordo ese no tienes otra alternativa que ésta, y saca una pistola
pequeña y oscura que llevaba en el bolsillo de la chupa. Extiende la
mano hacia un blanco invisible y hace un movimiento y dice en voz
baja: pum, así, así acababa yo con él, con la gentuza como él. Un
tiro en el hígado, que no se mueren en seguida y rabian durante unas
cuantas horas.
Y
a continuación se vuelve, todavía con la pistola en la mano, y veo
que quita el seguro y me apunta a mí. Yo pienso: qué raro... Pero
no me da tiempo, en realidad sólo pienso “qué ra...” porque
antes de acabar noto un picotazo fuerte en la frente, como el de una
avispa pero más fuerte, y quiero gritar pero no puedo, ya no tengo
voz, y quiero llevarme la mano a la frente y no puedo tampoco, porque
todo se vuelve muy raro, muy raro.
(Continuará)
Foto de Matt Weber