27.5.06

EL PARAÍSO PERDIDO

Hace dos años pasamos por el cabo de Gata. Una maravillosa extensión vacía y desértica, mar y cielo purísimos, vírgenes, y en medio un inmundo bocado, una obscena herida que tenía el nombre de Hotel Algarrobico. Una punzada de dolor te encogía el corazón, porque pensabas, fatalista, que aquello no tenía remedio, que los permisos estaban dados, los cimientos hechos, el hotel a medio construir, el paraíso hollado y destrozado y roto para siempre. Y ahora de pronto una noticia increíble te produce una inmensa alegría: van a demoler ese engendro, esa monstruosidad que jamás se debió permitir, y ya no se llenará esa playa solitaria de coches y guiris como gambas y chiringuitos y músicas ratoneras, y sólo la poblarán, como antes, como siempre desde el principio de los tiempos, chumberas y retamas...
Pero ay, la felicidad no puede ser completa. Otro dolor te asalta entonces porque van a construir unas pistas de esquí en la Vall Fosca, que tanto conoces, que amabas tal y como era, un paraíso casi vacío, casi ignorado, remoto y virgen. Y nada menos que en Filià, aquel paraje silvestre de belleza intacta, aquel lugar maravilloso, sin hollar desde el principio de los tiempos, tan solitario y tan silencioso que sobrecogía. Y temes que eso sí que no tenga remedio. Que nadie lo detenga. Allí están ya los permisos dados, y empiezan a poner los cimientos de los chalets y los apartamentos, y los parajes vírgenes se llenarán de coches y de gritos y de esquiadores domingueros y de músicas ratoneras...

23.5.06

TARRAGONA, MAYO 2006






18.5.06

MONSIEUR G.

El señor Gilbert Garcin, nacido en La Ciotat y vecino de Marsella, trabajó toda su vida vendiendo lámparas. Cuando se jubiló, a los sesenta y cinco años, se apuntó a un cursillo de fotografía y resultó que el señor Garcin era un verdadero artista que empezó a crear un mundo propio, entre surrealista y metafísico, habitado por un personaje, "Monsieur G". Este pequeño personaje de cartón recortado, trasunto del autor y con algo de Charlot y algo de monsieur Hulot, aparece en unos paisajes de pega, construidos con papel, guijarros y cinta adhesiva, enfrentado a la tarea de poner en evidencia el absurdo de la vida, la soledad, el transcurso del tiempo, el ego, la vida en pareja... Una misión difícil que lleva a cabo con risible seriedad y con un punto de ternura y melancolía. Las fotos del señor Garcin son una delicia; algunas nos hacen reír francamente, pero en todas nos aguarda un poso algo amargo que nos deja pensativos.
La exposición, excelentemente presentada en un Tecla Sala flamante y recién restaurado que vale la pena visitar, se completa con un vídeo también muy divertido en el que el señor Garcin envía a "su otro yo" a viajar por el mundo...
Absolutamente recomendable.


(La foto de arriba se llama "Ser dueño de uno mismo")

Exposición: Gilbert Garcin. El testimonio. Fotografías 1995-2005. Centre Cultural Tecla Sala, Av. Josep Tarradellas 44, L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) (Hasta el 28 de mayo del 2006)

15.5.06

LOS AFORISMOS BUENOS

Hace unos años conocí y traté brevemente a una mujer que quería ser escritora. La verdad es que no escribía mal, sabía expresarse, aunque sus escritos carecían por completo de interés. Pero lo peor es que tenía la rara habilidad de pensar exactamente lo contrario de lo que yo pensaba en todo, y de expresar sus ideas con tal prepotencia y desdén que me producía unas irrefrenables ganas de estrangularla. Recuerdo que le comenté que me había gustado un libro de aforismos que acababa de leer y ella me soltó: "ah, sí, claro, aforismos... Bueno, si nos ponemos, todos podríamos escribir unos cuantos, ¿verdad?"
Claro, desde luego, todos podríamos escribir unos cuantos poemas. Y unas cuantas narraciones. Y unos cuantos aforismos también, sobre todo eso, ¡son tan cortitos, es tan fácil! Malos, eso sí, rematadamente malos...
Como dice Jorge Wagensberg, "el dudoso prestigio de los aforismos procede de la facilidad con la que se logra un aforismo malo".
Pero los suyos son buenos:
"No sé qué es la felicidad, pero sí la infelicidad: una insatisfacción creativa".
"La diferencia entre un depredador y una presa es que el primero se puede permitir un fallo".
"Educar no es llenar sino encender".
"Los árboles no dejan ver el bosque, de acuerdo, pero talarlos no resuelve el problema".
"Unos creen en la disyuntiva Ciencia o Cultura, y otros en la disyuntiva Ciencia o Humanidades, por lo que un científico, en general, no sabe bien qué preferir, si no ser culto o si no ser humano".
"Si toda comparación es odiosa, entonces habría que ir odiando también la inteligibilidad, el conocimiento, el lenguaje, la justicia, la medida, el cambio, la convivencia, la clasificación, la belleza..."

A más cómo, menos por qué. 747 reflexiones con la intención de comprender lo fundamental, lo natural y lo cultural, Jorge Wagensberg, Tusquets, 2006.

10.5.06

EN OBRAS


El pobre ganso está en obras... y no virtuales, sino reales.
Volveré cuando pueda, lo prometo.