26.7.05

ARQUITECTURAS DE SUEÑO (ESQUISSE V)













A veces, cuando no puedo dormir, me gusta visitar arquitecturas, espacios, habitaciones diseñadas y decoradas... Subo por una escalera de Pawson y llego a un patio mágico de Barragán, paseo por una tienda de Koolhas, contemplo una escultura de Anish Kapoor, me siento en un sillón de Ron Arad, a la luz de una lámpara de Ingo Maurer...
Allí no hay personas, ni sentimientos, ni dudas, ni temores. Sólo formas y luces, geometrías y curvas, colores y texturas. Todo es bello y armonioso, y como no hay conflicto ni posibilidad de él, el sueño viene pronto.
La otra noche lo intenté con los paisajes urbanos
de Georges Rousse. Visitar una de sus fotos es penetrar en un espacio mágico, intemporal. Fábricas abandonadas, hangares vacíos, casas a punto de ceder a la piqueta. Lugares moribundos de los que la vida se ha retirado, devueltos al efímero aliento de la vida por el pincel de Rousse y su objetivo fotográfico. La foto es el único testimonio de una verdad evanescente y fugaz, que ya desapareció, como ocurre con muchas de las manifestaciones artísticas del que ya es el siglo pasado: happenings, performances, land-art, instalaciones...
Una ventana hacia otra realidad. Gordon Matta-Clark, en los setenta, abría ventanas en los edificios abandonados, perforaba paredes, enmarcaba realidades interiores para la foto. Rousse crea una foto interior, penetra en el núcleo de los edificios aband
onados y allí descubre su corazón.
No son fotos retocadas, sino realidad retocada para la foto. Tozudamente construida a base de sueños, abstracciones, todo aquello que "pudo" ser y se truncó, o quizás lo que nunca fue, o lo que siempre fue, y se mantuvo oculto. La sensación final es mística, poética y abstracta, y sin embargo el patetismo de los lugares abandonados que se nos muestra en torno nos impide la abstracción total. Ah, qué lugares más cargados de significado. Qué intensidad. Pensándolo bien, no son paisajes bellos y armoniosos que induzcan al sueño, aunque hay armonía en su realización, en su plenitud. Son inquietantes, tienen algo de fantasmal, que despierta muchos ecos ocultos. No, no son lugares para el sueño, sino para el insomnio...


Sobre Georges Rousse:

http://www.artfacts.net/index.php/pageType/artistInfo/artist/1845
http://www.boacor.com/promocion/berroguetto/10008029_2.htm
http://www.eyestorm.com/artist/Georges_Rousse.aspx
http://www.arte-tv.com/fr/art-musique/Contacts/361910.html
http://www.artnet.com/artist/14615/FineArtThumbnails.asp?G=0&aid=14615&which=&currpage=1&ViewSize=large

Fotos:

1. Escalera de John Pawson
2. La casa de Anish Kapoor (Whistler's White House). Ambas del libro London Minimum de Herbert Ypma, Thames & Hudson, Londres, 1996.
3. Metz, 1994, Georges Rousse. Del catálogo Georges Rousse 1981-2000, Centro Galego de Arte Contemporánea, 12 de setiembre - 19 de noviembre de 2000, Bärtschi-Salomon Editions, Ginebra, 2000.



15.7.05

EL PINTOR VIAJERO


Tengo la sensación de aceleración, de torbellino, después de leer este libro. Y no se debe a la prosa de César Aira, que es casi morosa en su recreación pictórica del episodio. Quizá sea porque lo he leído de un tirón, con esa especie de bulimia lectora que me ataca a veces. Coger un libro y empezar a leerlo y seguir, seguir, seguir y seguir hasta acabarlo, venciendo calambres y dolor de cabeza, con un ansia enfermiza de pasar todas las páginas una por una, sin parar, sin parar...
La sensación final es de ingravidez, hasta de una leve náusea. Es imposible asimilar lo leído con tanta rapidez, y por tanto queda formando una nebulosa extraña que enturbia la mente y que a lo largo de las horas siguientes se va asentando poco a poco. También la trama, con la extraña vorágine del ataque indio que concluye la acción, produce ese mismo efecto de succión, de inevitabilidad y de inminencia.
Pero el episodio está muy bien narrado, con inteligencia y humor negro, y además trata de dos temas que me interesan mucho: la relación entre literatura y pintura y el proceso creativo...

La imagen es una de las ilustraciones interiores del libro, obra de Johan Moritz Rugendas (el pintor viajero).

Un episodio en la vida del pintor viajero, César Aira, Mondadori, Barcelona, 2005.

7.7.05

MINUTEROS CIEGOS (ESQUISSE IV)



Nick Drake, Five leaves left, Island, 1969.

Jean-Michel Basquiat, Sin título (Ángel), 1982.


Sobre el estanque blanco
Han pasado los pájaros salvajes.
Al anochecer sopla de nuestras estrellas un viento helado.
Sobre nuestras tumbas
Se inclina la frente rota de la noche.
Bajo los robles nos mecemos en una barca de plata.
Resuenan siempre los blancos muros de la ciudad.
Bajo bóvedas de espinas
oh hermano mío subimos, minuteros ciegos, hacia la media noche.

Georg Trakl, Ocaso (quinta versión), Sebastián en sueños, 1915 (publicado póstumamente).

Traducción de Américo Ferrari.


2.7.05

EL GANSO GOLOSO



Hace unos meses leí en la portada de una revista de caza y pesca el título de un artículo que decía así: "Cómo cazar un ganso goloso y listo". Me pareció un hallazgo que, desde luego, trasciende lo cinegético. Que va más allá de la simple sonoridad de esas palabras que parecen componer un verso de un poema chino. Pensé por un momento en ese ganso tentado por su apetito, pero receloso por naturaleza o por experiencia. La astucia en pugna con la glotonería, ¡qué lucha tan igualada, qué poco previsible el resultado!
Y me pregunté también qué señuelo sería necesario para cazar a ese ganso. No bastaría con la simple golosina; habría que intentar, al mismo tiempo, no ofender su inteligencia, aguzar la astucia, ofrecer un acicate a su curiosidad, algo insuperable para un ganso, por muy listo que fuera.
No leí ese artículo y por lo tanto ignoro cómo se caza un ganso goloso y listo. En realidad, prefiero no saberlo. Prefiero imaginar que ese ganso tan especial todavía sigue volando por ahí, libre...